Enhorabuena la decisión del productor Nacho Sada al brindarle un lanzamiento estelar a la hermosa y carismática oaxaqueña Claudia Martín y al atlético Osvaldo de León en la exitosa telenovela Sin tu mirada. No decepcionaron con sus creaciones de amantes sufridos y conmovieron. Ambos no nacieron ayer en la farándula ni son improvisados; llevaban varios años picando piedra en foros noveleros y no se les daba la merecida importancia.
SIMPLEMENTE CLAUDIA
¿Claudia Martín salió de la covacha de los vestuarios telenoveleros? ¿Una simple costurera? Fantasía al estilo Simplemente María. Claudia es una mujer muy preparada, estudiada y de buena cuna. Titulada en Madrid, España, como licenciada en Comunicación, roló en los departamentos de vestuario novelero como diseñadora justo antes de descubrir que la actuación le tenía reservado un lugar especial. En su carrera artística contamos sólo cinco telenovelas que sirvieron para foguearse. El sexto título, Sin tu mirada, es el definitivo y la coronó como reina al protagonizar a una invidente. Anteriormente encarnó una muda en Enamorándome de Ramón. La tercera, a lo mejor, es una jorobada o una paralítica. Lo que le encomienden lo sacará con “¡bravos!” y ovaciones.
EL ATLÉTICO OSVALDO
En Sin tu mirada, a Claudia Martín le valió en mucho que su galán fuera el atlético Osvaldo de León, nada quemado en las telenovelas. Tampoco lo habían explotado como se lo merece. Le hicieron el fuchi en varias novelas en las que le prometían grandes papeles y lo desinflaban a cada rato. Es un galanazo inmortal de nuestro cine mexicano, no de comediuchas, tan mal hechas hoy en día, y sí por una película inolvidable y bonita: Luna escondida. Osvaldo de León es pantalla grandota, presencia única con su nariz aguileña, alta personalidad y estilo propio. Por desgracia, muchos productores que lo contrataban en las novelas no vieron, ni por equivocación, Luna escondida. Ni siquiera imaginaban el potencial e imán de audiencias del actor. Hasta que el productor Nacho Sada, con ese admirable ojo popular que tiene, decidió otorgarle el merecido estelar novelero en Sin tu mirada.
EXITOSA QUINTA VERSIÓN DE ESMERALDA
Las telenovelas mexicanas se han caracterizado por invidentes hermosas; no hay ni una sola con protagonista fea ni con ojos apagados. Todas muy prendidas. Los invidentes son necesarios para dar contraste y estilo a las novelas. En Sin tu mirada hay dos momentos conmovedores: primero, Alberto (Osvaldo de León) descubre que Marina (Claudia Martín) está ciega y no por esto la deja de querer. Segundo: Marina recupera la vista y descubre que Alberto está guapote, así lo quiere más. Si hubiese resultado horrible, le hubiera dado la media vuelta.
CRUZ DE OSCURIDADES
En Fallaste corazón (1968), una jovencita ciega (Lupita Lara) se enamora de un feo cantautor y albañil, Cuco Sánchez. Cuando recupera la vista, huye al descubrir que su amor es más feo que un canal del desagüe… Ofelia Medina es una ciega violada en Lucía sombra (1971). Nunca sabemos quién es el violador y todos los hombres son sospechosos. En El despertar (1966), la hermosa catalana María Rivas organiza boda secreta con Guillermo Murray, pero no llega a la ceremonia. El novio piensa que se burló de su cariño. La neta: la novia tuvo un accidente automovilístico en un taxi cocodrilo. Desafortunadamente quedó ciega. En un internado de invidentes, María Rivas es torturada por el director que la ama en secreto, también ciego. Hasta que aparece el novio del pasado, y sin que se entere (porque se quedó mudo), la arrastra al quirófano y recupera la vista. En la versión original de Corona de lágrimas (1967), doña Refugio Chavero (Prudencia Grifell) se queda ciega, abandonada por los ingratos hijos, y pide limosna a la entrada de la Basílica de Guadalupe. Luego vende dulcecitos y unos niños malos le patean el puesto. Un hijo doctor la encuentra, la levanta de la miseria y se la jala al quirófano para que recupere la vista. Sergio Jiménez en Santa (1978) es un ciego horrendo. En su miseria total, llora a su amada prostituta en una tumba por culpa de los caprichos ciegos de un destino novelero. En la versión cinematográfica de Santa (1968), el ciego es guapote, Enrique Rocha en su mejor momento. Julissa es su amada infortunada.